Eihei Dōgen


Eihei Dōgen (永平道元) también Dōgen Zenji (道元禅師) o Koso Joyo Daishi (literalmente Ancestro Eminente, Sustentador de Luz, Gran Maestro) (Kioto, 19 de enero de 1200 – Ib., 22 de septiembre de 1253) fue el maestro budista japonés fundador de la escuela Sōtō del Zen.

Nacido en Kioto en el seno de una familia noble, quedó huérfano de padre y madre a muy temprana edad.

Justo antes de morir, su madre le recomienda volverse monje para así poder ayudar a la salvación de todos los seres

Muy pronto este pequeño, confrontado a tales fenómenos, realiza la necesidad de buscar la verdad mas allá del mundo de las apariencias. Huérfanos, Dogen es acogido por uno de sus tíos, Minamoto Michitomo, un ilustre poeta que le hace descubrir la poesía, lo que impreganrá fuertemente sus obras futuras. en el curso de sus trece años, sube al monte Hiei, cerca de Kyoto, al monasterio del centro de estudios búdicos y es iniciado en la escuela Tendai.

Durante esos pocos años pasados en el moanasterio, Dogen conoció la gran duda y su pregunta central era: “En la enseñanza búdica, se dice que todos los seres poseen originalmente la naturleza de Buda. Si esto es así, ¿Por qué hay que entrenarse y adoptar prácticas para alcanzar el estado de Buda?” Nadie pudo responderle de una manera sactisfactoria a Dogen.

Decide entonces abandonar el monte Hiei, lo mismo que otros monjes como Honen (1133-1212) o Eisai (1141-1215), fundadores de las escuelas  jodo et rinzai, que se volverán ilustres en la renovación budista del Japón medieval. Dogen ecuentra al maestro Eisai, recientemente vuelto a China, que enseña el Zen Rinzai: En el templo de Kennin-ji se vuelve discípulo de Myozen, sucesor de Eisai. Si bien esta escuela no lo satisface completamente, Dogen practica profundamente y siente desarrollarse en él su interés por la práctica del Zen. Erudito, teniendo un conocimiento profundo de numerosos textos búdicos, su exigencia remarcable lo empuja sin cesar a la búsqueda de nuevos maestros. Decide entonces ir China, a visitar las fuentes del budismo zen.

Deja Japón el 22 de febrero de 1223, acompañado de  Myozen y de otros dos monjes. A su llegada, Dogen decide quedarse a bordo del barco por un tiempo para preparar su periplo. Un viejo monje vino para comprar setas japonesas sobre el barco. Este viejo monje, más de setenta años, tenzo (cocinero) en un templo en la montaña cerca de Shanghai. Su cara reflejaba una gran profundidad y Dogen se sintió intrigado por él.  Lo invitó a pasar la noche sobre el barco, deseando hablar con él. El monje respondió que debía regresar esa misma tarde al templo, porque debía cocinar. “En un gran monasterio tal como el vuestro, dice Dogen, hay ciertamente otros monjes que pueden preparar la comida. – soy viejo, respondió él, y tenzo. Es la práctica de mis viejos días. ¿Cómo podría dejarles a otros ésto que debo hacer?” “- ¿monje Venerable, dice Dogen, por qué una persona mayor como tú debería hacer este trabajo tan agotador en lugar de leer y de estudiar los sutras?”El monje prorrumpió en risa y dijo: “¡Joven amigo venido de el extranjero, usted parece muy ignorante de lo que significan la práctica y la enseñanza del budismo!” El viejo monje lo invitó a visitar el templo de su maestro, y le saludó.

Dogen quedó muy impresionado con este encuentro y un día, en 1225,  fue al templo de Nyojo, nombrado entonces superior del templo Keitoku-Ji sobre el monte Tendo, en Minshu. En el curso de una conversación le preguntó al tenzo: “¿Cual es el sentido de la letra? ¿De qué manera debemos leer el sutras? ” “- 1-2-3-4-5 “, respondió el viejo monje. Y Dogen volvió a preguntar: “¿Cómo hacer para estudiar la Vía, el budismo verdadero?” “- en ninguna parte la Vía es disimulada.” Dogen insistió: “¿Cómo hacer para estudiar los sutras, el budismo verdadero?” “- 1-2-3-4-5”, replicó el tenzo. Este viejo monje encarnó para él el budismo auténtico, reuniendo todos los conocimientos que había podido acumular y que le daba a entender
 Ia importancia del trabajo, de la práctica corporal y todos los actos de la vida.

El Maestro Nyojo era un ser muy exigente y riguroso. Un día, en el curso de una sesshin, Dogen recibió un gran shock. Mientras estaba sentado en zazen, su vecino se durmió sobre su zafu. Nyojo de una voz fuerte exclamó: “¡ Shin jin datsu raku (rechace el cuerpo y el espíritu)!”  Y golpeó fuertemente al monje con su sandalia, haciéndolo caer de su asiento.  Al escuchar estas palabras el espíritu de Dogen sufre una revolución interior.

Dogen se quedó dos años cerca de Nyojo, luego decidió regresar a Japón. Su maestro le confirmó que el tiempo de transmitir a su regreso ” la enseñanza del budismo ayudando a otros a despertarse a la verdad universal”. En 1227 Dogen regresó a Japón. Trae sólo la práctica de zazen, shikantaza, tal como se la había enseñado su maestro. A su regreso en Japón, le preguntan: ” ¿Qué ha encontrado?” Dogen respondió: “Volví con manos vacías.” En su colección Eihei Koroku, él escribirá más tarde: “Habiendo estudiado sólamente con mi maestro Nyojo y comprendido plenamente que los ojos son horizontales y la nariz vertical, vuelvo a mi casa con las manos vacías… Por la mañana después de mañana, el sol se levanta por el este; perjudicado después de noche, la luna se hunde en el oeste. Las nubes desaparecen y las montañas manifiestan su realidad, la lluvia deja de caer y las Cuatro Montañas (el nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte) se allanan.”

Entrada del templo Zen Koshoji

Dogen se instaló primero a Kennin-ji, templo de Myozen, su primer maestro con el cual se había ido a China y que murió durante su viaje. Es en el templo donde él escribe su primera colección: Fukanzazengi, las reglas universales para la práctica del zazen. Es el punto esencial de su enseñanza: solamente sentarse en una postura exacta sin buscar lo que sea, dejando pasar los pensamientos como nubes en el cielo.

Luego Dogen dejó el templo de Kennin-ji para instalarse sucesivamente en tres templos, todos situados en la región de Kyoto: Annyoin, una pequeña ermita en 1230, luego Kannon Dorin en 1233 y finalmente Kosho-ji donde, gracias a donaciones, construyó el primer monasterio zen verdaderamente independiente de Japón en 1236. En Kosho-ji comenzó la redacción de los primeros capítulos de su obra monumental: Shobogenzo, “El Tesoro del ojo de la Verdadera Ley”, noventa y cinco capítulos que contienen la esencia de su visión filosófica y religiosa.

Bosque y escaleras del Templo Zen Eihei

Entre 1233 y 1243 los numerosos discípulos se reunieron en torno a él y siguieron su enseñanza, particularmente Ejo (en 1234) que se hará su sucesor. Su fama se hizo creció sin cesar. Él incitaba a practicar asidua y profundamente, como se lo había enseñado su maestro Nyojo en China. El éxito de Dogen, el soplo nuevo que aportó a un budismo calcificado atrajeron hacia él la animosidad y luego una hostilidad creciente de la jerarquía clerical. Y en 1243, monjes del monte Hiei intentaron incendiar su templo de Kosho-ji. Dogen decidió entonces alejarse de la agitación de las ciudades y de las confusiones que ellas pueden crear en el espíritu. Gracias al apoyo de un discípulo laico, señor de la provincia de Echizen (en nuestros días prefectura de Fukui), en el nordeste del país, sobre la costa del mar de Japón, construyó un nuevo templo, que bautizó después, templo de la paz eterna, Eihei-ji, del que Ejo más tarde será el superior, después de su muerte.

Allí, en la calma de la montaña profunda,  continuó enseñando el Zen a sus discípulos y continuó la redacción de Shobogenzo. Alejado en este templo, salió de él sólo una vez durante el invierno de 1247-1248 para irse al patio del shogun en Kamakura,  por invitación del general Hojo Tokiyori. Tokiyori estaba completamente fascinado por Dogen y le propuso quedarse cerca de él y construirle un gran monasterio. Dogen se negó, prefiriendo la soledad, continuó escribiendo y practicando zazen hasta 1252.